Denuncian exclusión en la industria de la cannabis medicinal en Colombia

Parece que todo estaba planeado para que las grandes empresas se ganaran el negocio de la cannabis en Colombia. Así lo denuncian comunidades campesinas, asociaciones y cultivadores del norte del Cauca, que han sido excluidos de la industria.

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Una artículo de El Espectador toma en cuenta las distintas voces de disidencia del negocio de la cannabis en Colombia. Al parecer, como dice María de los Ángeles Mosquera, vicepresidenta de la Asociación de Agroproductores y Cannabicultores en el norte del Cauca, lo que se dijo en un comienzo sobre un posible boom en los cultivos de cannabis fue falso.

“Han pasado seis años y la inversión nunca se dio. Con el desastre que ha sido el negocio mucha gente no tuvo la paciencia y se fue, nos quedamos con toda la intención de trabajar en la legalidad. Ha sido muy agotador”, dice Mosquera a El Espectador.

Lo que hoy se advierte entre muchas familias y comunidades del norte del Cauca representa una pequeña muestra de cómo Colombia tiene el potencial de posicionarse como un proveedor relevante de productos derivados del cannabis. Entre enero y mayo de 2021, las exportaciones de cannabis medicinal de Colombia sumaron US$2,2 millones, con un incremento del 0,6 % frente al mismo período de 2020.

Se calcula que, en pocos años, el sector puede generar 27 mil puestos de trabajo y US$60 mil millones. Es una industria de cannabis medicinal prometedora, pero que todavía tiene problemas sin solución. Por ahora, la principal preocupación de los pequeños cultivadores del norte del Cauca es que no participan del mercado, a pesar de las promesas y expectativas que trajo la regulación hace seis años.

Luis Felipe Cruz, investigador de Dejusticia y uno de los autores del libro Laberintos de prohibición y regulación, dice que “en este momento hay una explosión de cultivos que estuvo muy relacionada con las propuestas y las expectativas del mercado medicinal. Ante el cierre de la puerta para los pequeños cannabicultores, esta gente se quedó con los cultivos y finalmente el producto se lo terminaron vendiendo al mercado ilegal”. Cruz explica que los cultivadores del norte del Cauca tenían la esperanza de entrar a un negocio legal, pero eso nunca llegó. “Entonces el narco estaba esperando a que las cosas salieran mal para venir a comprarles la producción a los campesinos”, explica.

Paola Cubillos, M.D. asesora médica y científica de Knowde Group. Inc y experta en temas médicos del cannabis, explica que se vendió una falsa idea de boom económico con la regulación del cannabis medicinal. “Una de las cosas que me parece muy desafortunada es que se vendió un boom con la industria medicinal a las comunidades que históricamente han cultivado cannabis en el mercado gris”. En este sentido, Cubillos explica que se prometieron cosas y nunca se supo estimar que era un negocio farmacéutico, en el que se requieren cumplir una serie de requisitos y estándares. “Hubo un gran divorcio entre la idea que se hicieron los cultivadores del norte del Cauca y de otras regiones del país con la realidad de un boom económico. No se dimensionó la complejidad de lo que es vender medicamentos para uso humano”.

María de los Ángeles Mosquera y otras 148 personas del norte del Cauca que pertenecen a Asoprocann continúan intentando crecer en el mercado del cannabis medicinal, aunque ven con escepticismo una eventual regulación del uso recreativo de la marihuana. “No podría hablar de legalización de cultivos recreativos, cuando el medicinal no ha despegado ni siquiera. Entonces sería mentir y decir que va a haber un cambio porque el medicinal no ha despegado y nosotros tenemos el potencial para ser los primeros en el mundo, pero no ha despegado. No podría decir que el recreativo va a cambiarnos la vida acá en Colombia”.

El aprendizaje

La necesidad de regular las drogas, como cambio al paradigma de la infame guerra contra las drogas, nos ha dejado muchos aprendizajes. Se puede ver el modelo neerlandés, el uruguayo, el estadounidense o canadiense y, claro, Colombia. Es una evolución que, aunque puede traer problemáticas, van bien encaminadas.

Eso tampoco quiere decir que se pueda aceptar situaciones como las que se viven en Colombia. La industria de la cannabis, como un rubro nuevo en la legalidad, debería traer estándares distintos a los demás tipos de negocios. Esto no es una farmacéutica o una cervecería. Eso significa que no se pueden replicar modelos que no se ajustan a la marihuana.

Si bien, los relatos de Mosquera son desoladores, creo que todavía hay tiempo (quizás ya se demoraron mucho) para mejorar. Colombia ya va por ese camino.

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